Massone, Mariano Ezequiel

Massone, Mariano Ezequiel (Luján, Pcia. de Buenos Aires)

Massone, Mariano Ezequiel
(Luján, Pcia. de Buenos Aires)

– volver a juntados 2014

1985, Luján. Profesor de colegio rural en la provincia de Buenos Aires. Escribió los mini-libros Fractales i y Diario Íntimo (editorial CILC), el libro de poemas Libro de sombras (editorial La Parte Maldita) y el diario de viaje Enero (editorial Lisqinakuy). Además, es escritor de aguafuertes posmodernas en la revista Maten al mensajero, es corresponsal en derechos sexuales y reproductivos en la página web http://www.corresponsalesclave.org y perteneció al staff de las revistas Plebella y No-Retornable.

Surcos

Los surcos de la cara, tierra arada,
resumen el gesto del horizonte.

El gaucho, hijo de peón español y yegua guaraní,
ve – aunque sin verlas – las montañas profundas,
desgarradas del Potosí.

Ve llegar todo ese metal.

Algo hierve en la sangre,
es la melancolía del que vio morir a sus antepasados,
cuando el Imperio dejó de ser Imperio
para convertirse en otra cosa,
cuando bajaron esos astronautas
con sables y hablando el castellano.

Impusieron la cruz
(que – antes – era Viracocha).

El gaucho no reniega de su destino
sin tierra.
Otros negaran su sangre pero él
atraviesa la llanura con un despliegue
cinematográfico de espuelas.

Chachawarmi –hombre- mujer-
era el cosmos en funcionamiento.
Engranajes perfectos,
opuestos complementarios.

Más al sur- contaban los abuelos-
Las machis tocaban el kultrun y danzaban.

Pero todo eso ¿ya es pasado?
¿O vive en nuestros cuerpos maltratados
por el invasor?

El silencio de la pampa ahora
es un signo de interrogación.

Con una mochila y los pelos enredados
el gaucho viaja al blanco de Uyuni
– arde el fuego en su interior-.

Ellos, los de antes,
quemaban sus manos
limpiando con jabón blanco
el aguayo para sus niños.

la sal quema,
la minería quema.

Hay algo adentro
de nosotros,
bien profundo y ancestral,
que quiere surgir.

Es la tierra que al gaucho hermana.

Los surcos arados
¿Serán proyecto de futuro o
una nueva invasión por venir?

Pu… – ente –

In memoriam Osvaldo Lamborghini

De pie
el pu…
– ente-
los hombres
– se lamenta el río –
recuerdos cristianos:
—————————– las aguas fluían puras
—————————– el tiempo
—————————– la entraña, entrañita – asada –
(desde Suipacha hacia el este
al Paraná de las Palmas)
en Viernes Santo….

Las señoras filantrópicas
———————————-generosas
———————————-como el viento
———————————-regando campos
———————————saciando sedes
fundando pueblos

¡ORGANIZACIÓN Y PROGRESO!

el calor del verano
los abuelos
– la filiación familiar-
– el incesto-
– esos miedos burgueses-
bajaban a sus playas sin aliento
y con sus manos rugosas
tocaban el amor
– occidental y cristiano-
mientras pensaban
– “Pienso, luego existo”-
qué suerte este remanso

Se sienten solos
———————–en su cotideaneidad heterosexual-
los hombres sobre el puente
preocupados por el río
——————————- que ahora no es puro
——————————- que ahora es pu…. – ente-
y apresurados encargan
otro estudio
——————-porque son criminales, son enfermos, son anormales
que confirme lo evidente
(lo anteriormente dicho)
pero omita
con prudencia los consejos
“hijo debés tener familia” “debés casarte con una chica buena” “comé con la boca cerrada” “hace silencio cuando hablan los mayores”
y allá
en lo bajo
en la entrepierna
el río avanza
—————–agónico
—————–profundo
——————macilento

(¿Qué otra cosa más que eso es el deseo?)

deja su mensaje
cifrado entre la espuma:
seguiré avanzando
(el pu…. El pu….. el pu…. Ente)
cuando ustedes estén muertos.

La Pampa, insaciable

I.

El escritor, como el que da la vuelta al perro,
una vez que ha puesto el pie en el mercado,
mira el panorama alrededor.
Es una literatura panorámica:
la fisiología de la ciudad.
El paseante va a hacer botánica al asfalto.
La calle principal es la vivienda del paseante,
que está como en su casa entre fachadas,
igual que el burgués en sus cuatro paredes.
Él legitima su paseo ocioso.

II.

se lee un paisaje como se lee un texto,
la pampa son sólo dos colores:
el verde y el celeste.
Monotonía atontada la de nuestro suelo
que permite hacernos viajar con lo imaginario,
desviarnos por pasajes insospechados
de nuestra mente
– todo por esa monotonía cruel-
y un rancho más allá.

III.

El lote baldío es la falta de sustento
en un mundo de ladrillos,
un pedazo de pampa con sus dientes de león
en medio de la ciudad.
La pampa quiere resurgir en el filo de dos baldosas:
saca a relucir los yuyos en el filamento de éstas.
La pampa es insaciable,
todo lo vuelve marrón y verde.

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